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El político y el visionario (página 2)



Partes: 1, 2, 3, 4

La idea creadora es descubrimiento de las posibilidades
muertas de lo real, rebasando la facticidad en cuanto contenido y
tarea; como porta un elemento dinámico, modela lo viable y
le proporciona figura, que nunca hubiese arribado al ser sin el
quehacer humano. La carencia y el vacío se limitan a ser
ausencias desde la perspectiva de la acción.

La idea, como simple copia fidedigna del acontecer, es inepta
para orientar al hombre hacia
una sociedad
más justa. Que una comunidad
esté configurada de tina determinada manera, no significa
que esté bien que así sea. La idea notifica:
así no debe ser. El hombre se
eleva sobre su circunstancia e imagina una nueva morada. La
realidad vigente se torna inaceptable. Es el origen de la
rebeldía y del tránsito.

La idea anuncia lo que debe ser. La realidad informa si puede
ser. Es insuficiente tener ideas. Deben ser factibles. El
alfarero debe contar con las posibilidades ocultas en la
sustancia mineral, que condiciona y traza límites.
De la misma manera, el proyectista, el ingeniero, el
técnico.

En el orbe histórico, más que posibilidades
muertas y erráticas de la materia, son
virtualidades que portan energía y propensión. El
Perú como doctrina destaca este sustrato esencial. Tenerlo
en cuenta posibilita el hacer eficaz, el poder ser.
Desatenderlo conduce a un deber ser abstracto, irrealizable.

En la acción se genera la síntesis
entre idea política y realidad
social, entre deber ser y poder ser. La idea abandona su recinto
espectral, deja de estar ubicada frente a lo real, se torna
dinámica, conforma y se vierte, deviniendo
uno de los componentes del contorno humano.

Las naciones han dejado de constituir peñones egregios.
Sin embargo, conservan su peculiaridad y se desenvuelven en
desigual tiempo
histórico. Por eso, lo abstracto se configura de diversa
manera. Más cuando los idearios se importan como
mercancías al Perú , sin arraigo en la más
propia realidad, orean distorsionados. Un canon propio de una
nación
de vanguardia,
deviene a veces quimera en tina rezagada.

Con Belaúnde en si se va analizando al Perú como
doctrina al Perú como estudio profundo de sus carencias se
va extrapolando el auge de las culturas Pre incas e Inca
si ellos construyeron sociedades
basadas en principios
rectores porque no en pleno siglo XX se puede traer esos
principios rectores a la actualidad . No es difícil trazar
esbozos de una sociedad excelsa. Desde Platón se
han venido sucediendo los arquetipos. La juventud se
deleita ante sus resplandores. Mientras más perfectos, con
mayor ahínco cree y combate.

Marx repara en la esterilidad de estas ensoñaciones. El
porvenir debe estar adscrito de alguna manera al presente. El
socialismo
científico, como él lo denomina y concibe, es
futuro de las sociedades industriales, que lo portan en su seno
como germen. La conquista
recién habida en el campo político –democracia y
libertad– debe
ser coronada en el área económico social, mediante
la justicia
social, para que se afiance y lo sea con mayor verdad. El
socialismo ha de tornar realmente libre al hombre, ubicarle en un
mundo sin alienaciones y fantasmas, sin
opresores y verdugos. Consecuencias imprevistas a su designio,
conducen más adelante a los epígonos a la
negación de la libertad, y a la apología de la
dictadura del
proletariado. La consecuencia es un imperialismo
de reciente formato. El Estado, que
Marx juzga
condenado a paulatina extinción, crece incontinente como
cacique implacable. El hombre es arrojado a tina nueva
servidumbre, en nombre de la justicia.

El antiguo Perú asombra a los estudiosos, entre otras
razones, por su proeza y esfuerzo en busca de equidad. El
historiador Toynbee la considera la más justa de las
sociedades antiguas.

Esta admiración es a veces rechazada en nuestro medio.
Se levanta el señorito presumido con su desdén o su
vilipendio. Se levanta el demagogo con su código
de mandatos, sin reparar que un neo-imperialismo lo redacta.

El Perú contemporáneo continúa siendo
vástago de la Conquista. Son insuficientes los retratos de
Tupac Amaru. La mentalidad y la actitud
subsisten. Conquistadores y dictadores proceden de un mismo
linaje. El pueblo no cuenta. Cuenta el dictado de la espada.

En la primera mitad de la presente centuria se oponen dos
tendencias en el área de nuestra historia: hispanismo e
indigenismo.

La corriente conservadora suele exaltar la tradición
hispánica, deleitándose en la sociedad de los
virreyes, añorando la felicidad pretérita, como
consecuencia de su desadaptación presente y del trayecto
azaroso dibujado en el porvenir. Continúa absorta ante
tierras de ultramares y, más recientemente, del
septentrión, permaneciendo extranjera en el
terruño. El rezago del país es juzgado obra de
supervivencias indígenas. Hubiera preferido una pampa
deshabitada.

Sin embargo, el antiguo hombre peruano era robusto, sobrio y
animoso. El conquistador le convirtió en siervo,
menospreciándole, como hacen los conquistadores en todas
las latitudes y épocas. Así quedó condenado
a despojo y miseria, habiendo conocido bienestar.

El indigenismo torna conciencia de
esta coyuntura, reacciona contra el desafuero, y se ubica al lado
de los desvalidos. Es su lado positivo y preclaro. Empero,
desconoce la herencia de
España
y de Occidente, omite sus aportes espléndidos, destacando
unilateralmente opresiones, injusticias y malquerencias.

El destino del Perú es mestizaje espiritual. Recorrerlo
implica retornar a las fuentes,
afianzamiento y reivindicación del país sumergido y
venido a menos.

Imposible estar al lado del pueblo si se comienza negando el
valor de su
historia, al estilo de pequeños burgueses desarraigados.
Avanzar no es arrancarle al nativo sus tradiciones,
convirtiéndole en ciudadano cosmopolita. Una de las
razones del rezago del Perú se debe a no haber apelado a
la acción y entusiasmo de sus masas populares, en los
más diversos órdenes de cosas.

Evidentemente, la escuela, el
idioma castellano, la
técnica pueden hacer lo suyo. Mas sin acomplejar y
desarraigar. La occidentalización, en su forma actual,
tiende a matar el alma
indígena, porque es impuesta como agresión
cultural, con superioridad y menosprecio. El indio concluye
avergonzado de su patrimonio, de
su herencia cultural, de sus vestidos, de su idioma. Por eso,
destacar lo nativo es uno de los momentos del proceso
dialéctico, antítesis ante la cultura de
dominación.

El Perú en los últimos 90 años solo copio
doctrinas e idearios extranjeros violentistas demagógicos
que aplicando principios epicuristas dialécticos pero que
no supieron traerlos a realidad peruana trajeron revoluciones
extranjeras realidades de otros países a vuestra realidad
originando mas contradicciones Belaúnde analizo la
realidad peruana con los principios rectores y excelsos de la
política y no de la politiquería

En el momento en que el pueblo ingresa como protagonista de la
historia, contiende por sus tradiciones, que conforman
simultáneamente su presente. Es más que curiosidad
y escenografía folklórica para turistas.

Existe una sabiduría popular destilada en el transcurso
de centurias, traducida en mitos, labor
en común, artesanía y danzas, que dormita en los
villorrios sepultados de los Andes, al lado de sus tumbas. Esta
herencia le habla de diferentes maneras al aldeano y al hombre de
la ciudad. Este la juzga primitivismo. Aquí radica el
error de su soberbia.

Una política que desconozca lo que acaece en el
escenario internacional es ciega para lo sustantivo. El orbe ha
devenido en irradiación de los grandes imperios en su
contienda por el reparto de la tierra. En
todos los sectores del planeta se percibe ruido de
armas,
signos del
combate implacable.

Antes invadían los ejércitos. En la época
de las ideologías, se recurre a la propaganda.
Así se debilitan las plazas fuertes, se hiere al
adversario en su coraje, y se torna más sencilla la
última ofensiva. Toneladas de libros,
folletos, revistas y noticias
inundan el mercado.

El Neo-colonialismo combate con ideas en sí mismas
válidas, pero que quedan retorcidas entre sus marlos.

Sin duda, libertad y democracia son nociones cardinales. Sin
ellas el hombre desciende, pierde dignidad,
avasallado, como acontece en toda dictadura. Es necesario
pleitear por su vigencia. Cierto. Mas no es en cambio
combatir por todos los medios al
socialismo, más allá de su forma y contenido, de su
validez o desacierto. Aquí se desliza teoría
y práctica de una gran potencia.

Ciertamente, la justicia social es un bien primerísimo.
Sin ella el hombre continúa encadenado a la sin
razón. Alas cada pueblo debe buscar su propio camino. Se
impide que así sea. Priman las consignas, los gritos de
plazuela, el furor antes que el entendimiento.

El neocolonialisrno cuenta con un doble canon de verdades. En
las zonas del así denominado Tercer Mundo, tina potencia
se opone a la otra en su intento de incursión, financiera
o industrial. Poco importa el beneficio del país rezagado.
En cambio, admite que colabore con ella en la explotación
de sus propios recursos,
aceptando su ayuda técnica y financiera. Lo que se permite
al noble, le es rehusado al vasallo. Es el dictamen (los antiguos
señores feudales).

De análoga manera, exalta el nacionalismo
en su territorio, su avance cultural y técnico incluso su
pasudo capitalista y feudal, en los países así
denominados socialistas, presentándose como modelo digno
de ser imitado. Su prosperidad es exhibida como paradigma. En
cambio, el nacionalismo de los pequeños países es
rechazado corno nulidad cortedad de sus gobernantes, o corno obra
de sus burguesías nacionales. La historia patria es
envilecida. Así se desarma al país espiritualmente.
Es un neo-colonialismo que cuenta con la aquiescencia del siervo
para sujetarle en nombre de la justicia.

Frente a estas corrientes de desánimo que vienen de los
imperios, adquiere relieve
resguardar el patrimonio de los humildes. Sin embargo, mientras
se permanezca siendo un país pobre, desmoralizado,
exhausto, la invasión ideológica en el orden
político, de uno u otro confín, en sus aristas
más nocivas, es inevitable. De ahí la necesidad de
aliento y esfuerzo. El Perú como doctrina intenta resistir
el vasallaje, señalando las venas vernaculares, a una
nación
que se pretende colonizar mediante la argucia de
quiméricos ideales. Sólo mediante la lucha en
común, templándose en el combate, se puede adquirir
confianza en el propio poder creador, y labrarse un destino en el
seno de las naciones hermanas.

Sin embargo, el nacionalismo exclusivo sólo se mira a
sí mismo, como objeto aislado y centro de referencia, sin
preocuparse por el destino de la humanidad, sin querer comprender
que la nación es un sector cíe la gran familia humana.
El internacionalismo permanece en la abstracción, sin
reconocer el valor propio de las racionalidades. Los dos pecan
por lo que tienen de excesivo y absoluto. Es necesario reducirlos
a términos adecuados y conjugarlos. El peruanismo es esa
síntesis, lo nacional en el concierto internacional.
¡Peruanicemos el Perú! exclamaba José Carlos
Mariategui. El amauta esclarecido sabía lo que estaba
diciendo.

En los partidos
políticos se plantea el problema de los fines
¿qué se pretende? ¿qué tipo de
sociedad se reclama? ¿es necesario un cambio radical, o
suficiente determinadas modificaciones? Un segundo tipo
¿le cuestiones se suscita en torno al modus
operandi ¿cómo alcanzar la meta?
¿mediante la persuasión y el sufragio, o
valiéndose de la violencia y la
dictadura?

La finalidad se consigna por lo regular en la
denominación del partido; conservador, liberal,
socialista, comunista. En algunos casos se define por el procedimiento:
radical, laborista, revolucionario. De la misma manera
Acción Popular.

Aún en el siglo pasado se juzga que el avance de la
civilización estriba en tina progresiva adaptación
del hombre a la naturaleza. El
planteamiento actual es otro. No es el hombre quien se adecua. De
ser así aún continuaría en la selva virgen
de la que egresa como ser bípedo. No se adapta,
actúa, rectifica el paisaje, desbroza el bosque, torna en
campo cultivado lo que era pantano, haciendo que la naturaleza se
adapte a él. Más adelante deja de ser espectador en
espera de la cosecha o de la tempestad, deviene demiurgo,
arquitecto del universo, al
proporcionarle configuración inédita,
valiéndose de la regularidad de sus leyes.

La idea, en sí misma innoble, traza cuadros del futuro,
y origina tensiones entre el panorama concebido y la realidad
vigente. El hombre deviene habitante de dos mundos. Nace el
rebelde. La idea se transforma en energía, se anticipa a
lo que ha de acaecer y ser; su verdad ahora más que
reflejo del ente tal como es, se desplaza a su silueta futura. Es
verdadera en cuanto adquiere realidad.

La acción es uno de los modos como el hombre se
conforma a sí mismo. Rebasa el activismo, esfuerzo y
fatiga, vencimiento de
las resistencias
del mundo. Lo cardinal es el componente valioso que se objetiva y
te dignifica. No toda acción lo porta. La guerra es
asimismo acción. No toda guerra le enaltece.

El política, destacar el momento de la acción es
acentuar el valor del quehacer humano como manantial inmediato de
una nueva sociedad. Es un no al conservadorismo rutinario, que se
inclina ante lo existente como ante un fetiche. Es una n o al
utopismo que, al desconocer las condiciones en que se realiza el
cambio, conduce al delirio.

La acción es entendida por dictadores recientes como
obra de burócratas. El pueblo se circunscribe a cumplir
órdenes. Sólo los funcionarios dirigen y trazan
planes en el aire o en la
inclemencia. Frente a esta dirección palatina impuesta desde arriba,
se preconiza el movimiento
procedente de la multitud: acción popular la verdadera
acción esta en el pueblo esta en las masas la
acción la hace el pueblo en el ideario de Belaúnde
el pueblo se une con el estado en una
sola organización en un sola palabra el pueblo
lo hizo

Sin embargo, acción popular no es sin más toda
obra de muchedumbres. No lo era, en la antigüedad, el trabajo de
miles de esclavos arrastrados a la construcción de pirámides, templos,
caminos, minas, en que el ser humano perdía su dignidad y
se extinguía sin pausa. No lo es en el presente el
hormigueo de presos políticos en los campos e
concentración.

En los antiguos imperios, la empresa
colectiva se traduce en la construcción de grandes obras
públicas: desecamiento de pantanos, contención de
ríos, construcción de murallas, carreteras,
pirámides, edificación de templos y palacios. En el
Perú, se encuentra en la base de la vida aldeana, en la
faena agrícola en la tierra de la
comunidad: la minka; y en la ayuda recíproca Prestada
entre familiares: el ayni. El pueblo sabe aún como trazar
sus caminos vecinales, levantar una iglesia,
organizar su comunidad, esculpir la piedra, hilar sus telas. Es
una bella tradición de trabajo
colectivo que todavía persiste en los villorrios. Esta
nota peculiar de nuestra raza es necesario comprenderla en
términos históricos. Acción Popular se
limita a actualizar lo que aún mantiene su vigor. Es
recurso a la vitalidad del presente, reiterando antiguos
esfuerzos.

La América
precolombina desconoce las grandes bestias de tiro buey, caballo,
camello, elefante, cuya existencia supone una fuerza
adicional de trabajo e implica un factor capital de
desenvolvimiento: consumen menos y rinden más que el
hombre.

América parte de un menos en su fauna. Este menos
condiciona su historia. La familia
occidental descansa en las bestias domesticadas. Puede aislarse
en la faena agrícola. En América, las labores
más rudas tiene que ejecutarlas el hombre. La familia no
puede contraerse y descansar en sí misma. En el
Perú se detiene en el ayllu. El trabajo tiene que ser
colectivo.

La existencia de animales de tiro
en el viejo continente condiciona la concepción del hombre
acerca de sí mismo. El trabajo físico, corporal,
sobre todo el pesado, de carga y transporte, es
cosa del bruto. Quienes lo efectúan entre los hombres son
los esclavos. Están por debajo de la condición
humana. Lo privativo del hombre es su señorío sobre
la bestia. En la tradición semítica la tarea
rústica es divisada como castigo: comerás el pan
con el sudor de tu frente. En plena civilización
conten2porárrea: ¡Que la máquina haga la
labor de la mano!

En la cultura de occidente el espíritu debe alcan7ur
libertad frente al cuerpo: o lo domina y conforma, de: acuerdo al
modelo greco-romano; o lo escarnece y se eleva, corno en las
corrientes ascéticas.

En la América precolombina no puede generarse esta
diversificación de rangos. El trabajo es raíz de
bienestar y posibilita la ley de
hermandad.

De este modo, acción popular no es idea peregrina, sino
realidad sepultada en lo hondo, que debe reivindicar su plena
vigencia.

Las civilizaciones del antiguo Perú supieron contestar
al desafío de las montañas agrestes. Al parecer
imposible la vida entre altas cumbres peladas y desfiladeros
rocosos, siendo necesario paisajes más benignos. El hombre
respondió con un acto creador, venciendo a los grandes
monstruos de la cordillera. Construyó andenes en sus
laderas, ganándole territorio. Evitó la erosión y
el arrastre de tierras mediante rellanos. Condujo el agua de los
ríos por canales para regar suelos sedientos,
manteniendo acequias y compuertas libres de arena y monte.
Abrió caminos por los que fluían los productos del
campo. La frontera
agrícola se extendía sin cesar, ascendiendo hacia
las cimas, extendiéndose entre pedregales reverdecidos, o
bajando a los arenales transmutados en sembrío. Así
obtuvo bienestar.

En el incanato las rutas convergían en el Cuzco, centro
imperial de las cuatro regiones. En el virreinato oro y plata
del Perú eran remitidos a España. Las vías
debían conducir al océano.

La república continúa viviendo de espaldas al
núcleo vital de su pretérito más propio. Se
continúa frente al mar oteando lo lejano. En las ciudades
predomina el elemento cosmopolita, abierto a las corrientes que
fluyen por el mundo. El bullicio torna sordo para lo vernacular.
Los centros educativos, escuelas y universidades, academias y
centros culturales, son irradiaciones del legado de occidente. Se
permanece extranjero en la propia tierra, distante de lo nativo,
como rezago exótico, dejado atrás en la historia,
ajeno a la altura de los tiempos. El trabajador, aun siendo
pobre, se identifica con el conquistador, distanciándose
del campesino
serrano, del que proviene, y a quien desdeña y
desatiende.

Las ciudades se ven bordeadas por inmensos sectores de
campesinos y aldeanos sumidos en la indigencia, que ingresan de
modo permanente a sus círculos exteriores, acarreando
abismos: residencias de lujo y barriadas de esteras, palacios y
chozas. Pequeños islotes de gente que gozan de confort y
cultura, de espaldas a las zonas pobres. Cuando se acercan suelen
hacerlo con una mercancía o una extorsión.

El campesino de las serranías, aunque haya sido
influido por el mestizaje, permanece asido a sus tradiciones,
mundo mágico de sus antepasados. Mientras más lejos
de la urbe con mayor ahínco se aferra a lo suyo. Cuando la
penuria se intensifica y le constriñe, huye a la ciudad,
donde habita extra muros, en las villas de miseria. El
espíritu de la urbe le es ajeno. El idioma es otro, o
hablado de diferente manera. En las escuelas sus hijos son
formados en los usos y costumbres del Misti, que refluyen como
alejamiento., desestima y vergüenza. Han perdido su heredad
en la estimativa del conquistador.

El caso del Cuzco es significativo. Los extranjeros lo
descubren como monumento histórico. Los nacionales, como
fuente de divisas. Se
muestra a los
turistas lo que emprendieron los incas, la magnificencia de sus
ruinas, la majestad y belleza de Machu Picchu; lo que edificaron
los virreyes, sus casonas e iglesias espléndidas. Queda el
negocio. Ahí se detiene el interés.
Nada de relieve se puede exhibir de la obra republicana. Sin
duda, imposible construir ciudades amuralladas, fortalezas de
piedra, antiguos templos, pulcras iglesias barrocas. Mas el siglo
XX sabe de un standard de vida confortable, de alfabetismo,
educación,
técnica e higiene. Se
debería poder mostrar el esfuerzo desplegado. Nada de
relieve entre las manos vacías. Aún subsisten los
andrajos de la indiada venida a menos. Así queda de
manifiesto ante el mundo el contraste entre la esplendidez de su
ayer y la sordidez de su presente. Que esto parezca natural y no
llame a escándalo a los peruanos es índice de
desafecto y mala fe.

De esta somnolencia culpable se debe despertar. El Perú
ha sido nación prócer en el incario y en el
virreinato. Hoy ocupa una de las últimas plazas. Mientras
otros pueblos conocen un bienestar creciente, aquí se ha
desenvuelto de modo implacable, en los últimos
años, el pauperismo con sus secuencias: alimentación
insuficiente, enfermedades, falta de
escuelas, analfabetismo,
desocupación, trabajo mal remunerado, bajo
rendimiento laboral, fuga de
talentos, crisis
económica.

El pueblo, deprimido y pauperizado como consecuencia de la
dictadura y de la demagogia, debe recuperar su alegría y
su esperanza, embarcarse en una travesía de aliento
multitudinario. El torrente humano que desciende a las ciudades
de la costa, esparciendo miseria, debe cambiar de rumbo,
dirigirse al corazón
del país, marchar a la selva. No como aventurero
individualista y violento, en pos del oro, con el revólver
al cinto, a la manera del Far West norteamericano de las
películas, sino multitud disciplinada bajo alto comando,
en busca de su propio destino, combatiendo por el bien
común en los boscajes vírgenes, con el pico y la
lampa, el machete y el tractor. Es lo que Fernando Belaunde
denomina conquista del Perú por los peruanos.

Sin duda, todo en el Perú es arduo. Lo ha sido siempre.
El territorio, áspero e indócil, opone resistencia en
los Andes para entregar sus minerales, en los
desiertos para obsequiar el fruto, en la selva para abrir sus
puertas. Sin embargo, aún subsiste el linaje de quienes
supieron vencer montañas y escalar sus cumbres
sembrándolas de verde.

El Perú contemporáneo debe responder con
análogas vibraciones. Es la cruzada de habitantes osados a
través de la selva, que de siervos pasan a señores,
reivindicando rangos pretéritos. Una nueva epopeya de
colonos sobre la naturaleza abrupta, con sones de guerra en una
ofensiva carente de sangre y de
clamores de vencidos. En esta proeza se sale al encuentro de los
anhelos más caros de campesinos secularmente aferrados al
terruño, reanudando antiguos empeños en la
conquista de la tierra.

A la agitación imperialista de las grandes potencias en
busca del dominio
universal, la nación debe oponer una empresa
creadora no simples negaciones, gritos airados, denuncias,
inoperantes en este caso, un sí, un más en esfuerzo
en que crezca y adquiera conciencia de sí misma. Las
protestas han de ser menores, y las adquisiciones más
seguras, al elevarse a la altura de los tiempos en una gesta de
hombres libres, unidos en el sudor y el esfuerzo.

Es obvio que sin acción planeada del Estado trabajo en equipo
de higienistas, ingenieros, técnicos agrarios, y
colaboración financiera la marcha a la selva deviene
utópica. Mas es vital en todo país pobre saber
qué cuestiones poseen prioridad. Si en lugar del dispendio
y el disparate, la dictadura hubiera acelerado la
colonización de la selva, en lugar de paralizarla, otra
sería la fisonomía del Perú de hoy.

La filosofía
moderna se inicia al ubicarse en primer plano la igualdad de la
sustancia extensa en todos sus sectores. Desaparece la
jerarquía escolástica-aristotélica, el
primado de las zonas estelares con sus círculos perfectos.
El universo es
de idéntica naturaleza. Queda nivelado, siendo entendido
desde magnitudes mensurables.

Esta idea cósmica, traducida al campo político,
eclosiona en las postrimerías del siglo XVIII: libertad,
igualdad, fraternidad.

Las contiendas políticas
en la primera mitad de la centuria pretérita giran en
torno a la libertad. A ella arriban, en primer término,
los países de avanzada.

Los críticos socialistas reparan que el hombre se
detiene a mitad del camino. En una nación en que los
poderosos dominan el aparato represivo, la libertad se torna
ilusoria. En un mundo dividido en ricos y pobres, la igualdad
real es quimérica. En tina sociedad escindida en clases,
cada tina luchando por lo suyo, la fraternidad se desvanece.

Como toda crítica
radical, este planteamiento se detiene exclusivamente en lo
negativo, en la distancia habida entre lo que debe ser y lo que
es. Mas con este criterio todo avance de la humanidad puede ser
contradicho. Se utiliza un criterio absoluto, en lugar de uno
relativo, único válido en la historia; se compara
la realidad con tina norma incondicional y perfecta, para luego
descalificarla, en lugar de hacerlo en relación a su
pretérito y a su posibilidad efectiva.

Es necesario discernir lo cardinal de lo secundaria No todo
puede ser obtenido de inmediato. Tiene que establecerse una
prioridad en los problemas.
Debe promoverse lo que favorece a los menesterosos, de manera
real y estable, y no de modo ficticio y transitorio.

Así, la dictadura creó una aristocracia obrera y
campesina, presentándola corno modelo, a costa de una
considerable mayoría de desocupados. Empero, nada firme se
obtiene elevando el poder adquisitivo de algunos sectores
laborales, si queda detenido el incremento de la producción y se descapitaliza la empresa. Las
consecuencias se han hecho sentir, incluso, en esta nueva
clase, al
borde de la ruina.

En verdad, izo todas las angustias de la multitud han sido
provocadas por el gobierno de
facto. Existían, más han sido agravadas, no
obstante su arrogancia, su despotismo y sus promesas. Sostuvieron
que iban a crear una sociedad justa. Han conducido al país
a la mayor indigencia de su historia. Las masas pobres viven en
condiciones inferiores a las de épocas pasadas. El tiempo
ha significado un retroceso en su bienestar y en su
condición oprimida.

Carece de justificación que el Perú haya
descendido a este estado. No estamos en el África. En
ninguno de los pueblos hermanos se ha llegado a estos niveles de
miseria. En el siglo XX todo ciudadano de un país
civilizado tiene derecho al trabajo, alimentación,
vivienda, vestido, atención médica, escuela, y recreación
cultural y física.

Son los objetivos
primarios por los que se debe combatir en una cruzada nacional.
Mas es imposible dinamizar a las multitudes mientras permanezcan
los gobernantes, quienes han perdido todo crédito, quienes no han sido elegidos y que
han probado su total ineptitud.

El pueblo requiere un mínimo de seguridad vital:
sanidad, alimentación, vivienda, vestido. Es un camino
recorrido sólo a medias y del que se anda de retorno. La
mayoría vive en condiciones inferiores a las del incanato.
Sectores numerosos carecen de medios elementales de subsistencia.
La salud es precaria
en chozas miserables y vestimentas ruinosas. La mortalidad
infantil se acrecienta. La escuela no alcanza a todos.

La clase media, espina dorsal de toda sociedad
próspera, se halla empobrecida debido a la
inflación, sin poder .descender más. Debe
matricular a sus hijos en el colegio, vestirlos con decencia,
mantener condiciones decorosas de vida. Es lo que en su angustia
deviene cada vez más arduo.

La descripción es tino de los mayores flagelos
de un país regado. En las naciones poderosas se recurre a
la ayuda del Estado, o al apoyo de familiares y allegados que
ganan lo suficiente como para auxiliar. Imposible en un
país pobre.

Esta es la paradoja, miles de brazos ociosos de gente
sepultada en la miseria, en un territorio de ingentes riquezas
que requiere actividad y obras para rendir primicias.

Solucionar estos problemas constituye la tarea apremiante del
presente. Sin duda, el simple bienestar aún no es
justicia. Empero, es recorrido de su trayecto. La justicia posee
matices múltiples para juzgar sólo desde una de sus
aristas realidades disímiles. Una realidad compleja como
la nuestra, con regiones y zonas de muy diverso desarrollo y
condiciones de vida, discrepancias y contradicciones, requiere
diversas respuestas.

La política
social no constituye un sistema claro de
coordinadas. Es arte de la
oportunidad y pertinencia. Es error partir de un esquema o idea
simple. Lo que vale en un para, puede dejar de regir en otro,
siendo necesario advertir lo peculiar y a veces lo
insólito. Los problemas se modifican de acuerdo con las
comarcas. En algún villorrio lo más urgente es
agua potable;
en otro, tina posta médica, o escuela, o luz
eléctrica, o camino vecinal, o una pequeña
irrigación, o ayuda técnica y financiera para el
agro y la artesanía. De ahí la necesidad de
consulta con los moradores, para regular esfuerzos.

Avanzar sin utopías, con paso firme, en busca de nuevas
formas de cooperación y propiedad,
hacia una sociedad de mayor equilibrio,
menores contrastes y equitativa distribución de la riqueza, en un clima
democrático de libertad.

Libertad y justicia se van conquistando en la marcha. No es
adquisición a la que de pronto se arriba y en la que se
descansa y posee. Lo que se abre es la ruta, mediante hacer
permanente del pueblo; acción popular, en un proceso
continuo de generaciones. Siempre nuevas iniquidades se alzan, y
han de alzar, en el panorama de la historia, debiéndose
permanecer alerta, sobre todo, ante la más execrable: una
guerra que ponga fin a la humanidad.

El despojo de la oligarquía no siempre es
solución, desde la perspectiva popular. A veces acarrea
mayores desventuras, al ausentarse empresarios, técnicos y
capitales, que fugan al extranjero a crear riqueza. La
estatización supone una burocracia
honesta y eficaz, como acaece en países de vanguardia que
han cursado la escuela de responsabilidad y cumplimiento del deber. De no
existir impera un comando corrompido e inepto.

Uno de los peligros de la hora actual es el
gigantismo del Estado poderoso. El hombre deviene pieza del
engranaje, sin valor autónomo. Más cerca de la
verdad están las corrientes anarquistas, que pretenden su
absolución, aunque a idea sea utópica y siniestros
los medios de que se vale.

Algunos ponen corno ejemplo el modelo comunista.
Sin duda, aquí se expropia a los acaudalados, generando un
capitalismo de
estado. No hay un Rockefeller. Pero sí un Stalin. Lo
fundamental no son los crímenes del zar rojo, sino el
sistema social, expuesto como paradigma, que los hizo
posibles.

Sin duda, el capitalismo es ciego en cuanto va tras la
mercancía y torna la producción en fetiche:
sociedad de consumo.
El dinero se
convierte en ídolo. Predomina el valor de las cosas sobre
el hombre. Prevalece el tener sobre el ser. La categoría
de un ser humano se juzga de acuerdo a su cuenta bancaria.
Cierto. El capitalismo en cuanto tal está destinado a
perecer, o a modificarse de modo sustantivo. Empero, el modelo
comunista que se propone no es mejor; acarrea varios de sus
vicios capitales: idolatría de la producción,
predominio del aparato, servicio de la
máquina, deshumanización. En el capitalismo
avanzado se acentúa el consumo. En el comunismo, la
reinversión. De ahí que los trabajadores vivan en
inferiores condiciones de vida que en los, países
capitalistas de vanguardia. Es el desastre en la práctica
de la idea socialista, más allá de su eventual
bondad teórica. La primavera de Praga quiso una sociedad
con rostro humano. Los tanques imperiales se encargaron de
aplastar la flor silvestre.

La democracia es constantemente vulnerada en América
Latina. A falta de virrey, se impone la espada y la
arbitrariedad. Actúa una camarilla, que en ocasiones toma
el nombre del pueblo, sin el pueblo y, a la postre, contra el
pueblo.

Ciertamente, toda forma política contiene deficiencias.
Asimismo a democracia. Se la ataca como sistema formal,
burgués, hipócrita. Es la manera como los
dictadores tiemblan su acero. En lugar
de ensayar vencer sus deficiencias, recorren la senda inversa y
borran sus adquisiciones, en el retorno al vasallaje y retroceso
histórico.

El fanático, con su código de verdades, exige
que los demás se adecuen a sus cánones. Recuerda a
los antiguos inquisidores. La fiereza y la intransigencia es la
misma. El dogmatismo sólo cambia de ropaje: de la
única religión verdadera
transita a la única política verdadera. En los dos
casos, quien se aparta de la recta teoría es excomulgado,
digno de la hoguera, o de campos de concentración.

En los países carentes de sólida
tradición democrática, sin bases
económico-sociales idóneas, el peligro es el caos,
el desquiciamiento del orden público, el predomino de
intereses privados egoístas. De ahí los
sueños delirantes de los autócratas. Y la necesidad
de un ejecutivo fuerte, y una corriente permanente que venga de
abajo, que vigile e inspeccione. De este modo se rebasa una
democracia detenida en los períodos electorales, para
devenir dinámica, en continua fluencia de ideas y actos en
torno al gobierno local, escuela e instituciones
al servicio de la comunidad: acción popular.

Sin capacidad crítica imposible regir con eficacia. El
poder endiosa a los dirigentes. Los cortesanos existen en todas
las latitudes. Al gobernante le agrada verse embellecido en un
espejo. Debe aprender sobre todo de sus adversarios, cuyas
hipérboles contienen a veces mayor verdad que el elogio en
que se regocija.

En la pasada centuria, pensadores y artistas, herederos de la
revolución
francesa, reaccionan contra quietud y equilibrio de las
formas clásicas. Frente a la política de gabinete,
de cortesanos e intrigantes, el héroe romántico
cruza un escenario de borrasca, pronto a la actitud gallarda, al
gesto airoso, a la palabra de pasión. Vibra el
águila napoleónica. La edad media,
subestimada en la época de las luces, deslumbra con su
magnificencia crepuscular. Mas el gótico es época
muerta. El pasado es nostalgia. Quedan sus castillos, masas
pétreas en la cumbre del paisaje, avanzando en son de
guerra; y sus catedrales, piedras místicas en fuga hacia
el alto cielo.

Los años iniciales de la actividad política de
Fernando Belaúnde transcurren en los cauces del
neo-romanticismo.
Aparece en ocasiones con el sable en la mano o la bandera
flamante. Da un ultimátum a la dictadura en las calles de
Lima la jaquea de muerte .
Ordena desempedrar adoquines en la ciudad blanca. Se lanza al mar
desde una isla .

Sin embargo, nutrido en este clima saturado de fervores,
conoce las corrientes pragmáticas que cursan el siglo XX,
como antítesis a la especulación política.
Su actitud se traduce en planes concretos, dejando a ten lado
ensueños y espejismos. Como arquitecto, profesión
en que sea una lo bello y lo factible, insiste en el aspecto
constructivo:

Músicos y poetas románticos encuentran en los
bosques inspiración para su musa; Fernando plantea un
proyecto y
divisa una marcha.

Viajero incansable, alma inquieta al encuentro de tierras
inveteradas, atraviesa cumbres níveas, sepultadas entre
cordilleras, desiertos calcinados o selvas vírgenes.
Recorrer el Perú es darse con su historia, ruinas de
civilizaciones remotas, huellas hercúleas de hombres sin
recuerdo. A veces se detiene en una gradería, un canal, un
templo. Más que de los libros aprende de estos vestigios
seculares. Su reencuentro con el legado histórico, a
diferencia de los románticos, lejos de ser
añoranza, es incitación a la obra y esbozo de
porvenir.

Al lado de la región arqueológica de tumbas y
monumentos; los campesinos continúan labrando la tierra.
El tiempo se ha detenido en la faz de villas y alquerías,
así como en estos labriegos sencillos que cruzan
inmutables las edades, con sus ponchos henchidos de
tradiciones.

Fernando carece de la vena satírica y burlona del
decadente, que aniquila con una sonrisa. Es más bien
serio, aunque cordial. Pasa de largo ante las desdichas de
nuestra historia. Calla con respeto. Da
crédito a una esperanza. No es la hora del gozo o del
deleite, de vida blanda y sensual, sino del riesgo y de la
obra. Marcha a través del espacio y erige una conquista:
el paisaje se cubre de proyectos,
diseños de porvenir, en el primado del quehacer sobre la
realidad agreste.

Como el hidalgo manchego, se nutre del espíritu de los
caballeros andantes y sale al encuentro de los menesterosos.
Hombre de la síntesis, del mestizaje, como la arquitectura de
la blanca ciudad, cuna de sus antepasados, ama los pueblecitos
olvidados.

La grandeza de un país no se mide por la magnitud
ciclópea de su capital, gigante con pies de barro, que
absorbe las energías de la nación. Lo cardinal
radica en la calidad de
vida de cada uno de sus habitantes. De nada vale la riqueza
si no está puesta al servicio de los humildes. Villas y
caseríos son los que más precisan estímulo
para ser arrancados de su atmósfera sórdida. Es en
sus lares donde se genera la savia creadora. Y es lo que requiere
la salud de la
república, como asimismo una democracia
dinámica al servicio de los trabajadores.

Fernando Belaúnde y Víctor
Raúl Haya de la Torre, hombres de carisma, con multitudes
devotas detrás de sí, crean un movimiento
político de corte moderno. El verbo es del orador, magia
de la palabra, línea sonora encendida en el fervor,
trazada sobre el silencio.

Haya de la Torre, inspirándose en Spengler, anota que
el tiempo histórico del Perú, en su hora actual, es
otro que el de las civilizaciones occidentales más
avanzadas, incluyendo el septentrión americano. Analiza
con su espacio tiempo historia la realidad del Perú , pero
no tiene el espíritu del pragmatismo
que si tiene Belaunde .

En nuestro territorio se extiende una multiplicidad de las
más diversas edades, desde el salvajismo hasta los modos
más sofisticados de nuestra centuria. Requiere soluciones
propias. Advierte el destino común de la América
Latina. -Es acusado años atrás de anti peruano por
haber puesto de relieve esta hermandad de nuestros pueblos.
Indica con sagacidad que la dirección política le
corresponde a la clase media, se proclama nacionalista y recorre
todo el Perú pueblo a pueblo única manera de palpar
las contradicciones de un pueblo olvidado dando soluciones dando
al pobre soluciones de agua
reservorios, dando luz con centrales hidroelectricas

Pocas veces en el Perú, valiéndose de la
libertad, la oposición se ha encarnizado tanto para
desprestigiar a un régimen, como en el gobierno de
Belaúnde. La derecha colaboró de modo
sistemático e implacable para derrocarlo, acrecentando
hasta el paroxismo cada una de sus insuficiencias -inevitables
aun en la política más hábil- y callando
todas sus adquisiciones. Citando fue consumada su voluntad
-derrocado el régimen democrático y, una vez
más, un dictador a su servicio-, quedó sobrecogida
por el espanto: el tigre andaba escondido detrás de las
espadas.

El amor se
encarna en el romanticismo en una flor azul, símbolo de la
esperanza. Los demagogos la destrozan citando llegan al poder,
conduciendo el carro inclemente de su delirio. Caen los viejos
dioses; aparecen otros, impúdicos, con una sed de oro
jamás conocida.

La democracia, ave fénix, ha de renacer de sus cenizas.
El pueblo tiene derecho a reconstruir su des

tino con sus propias manos, a equivocarse y aprender, con el
error dejado atrás en la marcha. Empero, sus dirigentes
están obligados a evitar la reiteración del
desatino, creyendo habitar el país de la niebla o de las
montañas, Inglaterra o
Suiza. Durante décadas la democracia ha de ser
difícil y frágil, un camino más que una
realidad. Esta es la verdad inexorable. Ha quedado atrás
la edad de la inocencia.

De su pertenencia al más alto linaje le viene a
Fernando señorío y galanura, detentando una
calidad que
desconoce el arribista y el felón que van a la caza de lo
suyo, de un dividendo o una perfidia-: la de ser honesto y hombre
de bien, incapaz de una rapiña o una ruindad.

Ha retornado del exilio sin quebrarse ante la contrariedad,
sin odio, sin una palabra amarga, con mayor serenidad y la
cabellera cana. Podrán atacarlo sus adversarios de haber
confiado demasiado en algunos de sus colaboradores. Es la eterna
debilidad del hombre magnánimo. Asimismo su grandeza. La
figura de Iscariote se reitera, una y otra vez, en el monte de la
angustia-. Nadie podrá decir que sus manos se ensuciaron
en las arcas del Estado. Ingresó con algún dinero en la
política. Egresó pobre del gobierno,
ganándose la vida en el extranjero como profesor
universitario. Así se distingue de aquellas aves de
rapiña que caen sobre los despojos de la nación,
con un estruendo pueril que oculta sus fechorías, y con
argumentos del terror que les permite escuchar su propio elogio
en la voz de sus lacayos.

En el otro lado de la ribera, permanece erguido
en la contienda, noble adalid, alto resplandor sobre la
perspectiva indeciso, Fernando, caballero de la
política.

prerrogativa de pensar y razonar fuera de todo tutelaje o
dependencia obsecuente. "Cada uno tiene derecho a su amor y a su
verdad", nos dice Gonzales Prada, señalando la libertad
maximizada que tiene el hombre, hasta para medir la magnitud de
su propia pequeñez, en la absolución de su voluntad
y de su fe.

El reaccionarismo disfrazado en la aventura caótica de
la violencia; el histrionismo político envuelto en
declamaciones vanas y estériles; y el masoquismo
intelectual empantanado en el escollo demagógico, son los
falsos valores que
antagonizan la preocupación del hombre
contemporáneo, disuadiéndolo de la indemnidad
democrática y arrastrándolo hasta la
gasificación mental de falsas ideologías y
precarias doctrinas.

La democracia es verdad recibida en justicia con libertad y no
puede ser entregada como realización medianera entre la
mordaza y el pan. Es luz que alumbra la verdad y no penumbra que
oculta la ficción. Es corriente cambiante de ideas y no
retención suspendida de caducidad. Es soltura y no
atadura. Es exhalación y no represión. Es
prerrogativa y no sometimiento. Es emanación y no
adulación.

Esta es la gran verdad del sentimiento libre y creador de la
democracia, dotada de un mismo signo y un mismo-efecto, en el
humanismo
pragmatista de su filosofía de valores y de idealismo.

Un movimiento
juvenil frente a la oligarquía

Tradicionalmente la actividad política estuvo reservada
a las gentes mayores de aviesa trajinería, que al servicio
exclusivo de la oligarquía, mantenían la
congelación de las ideas cerrando el paso a la juventud y
a todo intento de cambio.

Cuando inquietados por nuestra rebeldía juvenil
decidimos intervenir en la política de nuestro país
en 1956, no sólo encontramos cerradas las puertas de la
participación sino que comprobamos el juego
engañoso en el que inveteradamente el pueblo era utilizado
por las dictaduras y seudo-democracias.

A la sazón, el Perú estaba regido por una
envilecida dictadura, podrida de impudicia, pero fortalecida por
la fuerza bruta de la represión, que desvergonzadamente
había confiscado la libertad de un pueblo amordazado en su
cotidiano discurrir.

¿Cuál podía ser la suerte de la juventud
en este clima coercitivo en el que se estaba contaminando por la
cobardía de no hablar, de no poder expresar sus
sentimientos ni plantear sus problemas; si los partidos
políticos que son los órganos idóneos de la
personería ciudadana habían desaparecido de la
escena, unos perseguidos y otros domesticados como alabarderos
por los amos de turno?

Frente a esta alternativa, la juventud tenía que elegir
entre el camino de la atrofia o el camino de la acción, no
podía permanecer arrinconada en su anquilosamiento,
tenía que romper las ataduras de su mutismo y actuar en
todos los niveles y a todo lo largo de su frente de lucha. Los
claustros universitarios, otra hora, bulliciosos y pujantes, se
habían tornado en posada; sombría de estudiantes
taciturnos y callados que huían de sus propios
condiscípulos por temor a la delación de algunos,
que al servicio de la soplonería, saturaban sus manos de
soborno y su mente efe iniquidad.

Cuanto daño
habrán hecho esos años de perfidia que deformaron
la mentalidad, en mutación formativa, de una juventud que
se proyectaba en la dimensión de la sensatez y la
preocupación por eI futuro de su nación. En esos
ocho años se había castrado a toda una
generación que ingresaba al terreno de su de actividad
productiva arrastrando un lastre de frustración. Este es
el saldo más nefasto de toda dictadura o gobierno
totalitario, que al suprimir el diálogo
anula el soporte esclarecedor del sistema democrático.

Estábamos ya próximos a una nueva fiesta
carnavalesca de la política, en la que jugalres y fariseos
pretendían divertir y embeleñar al vulgo con
melodía de campanario. Los mercenarios se cotizaban
enlodas las tiendas buscando el mejor precia; los capituleros
crearon un mercado negro de firmas de adhesión
desnaturalizando la fe ciudadana. Todo estaba preparado para esta
ficción burda y grotesca que ofendía la dignidad de
un pueblo aparentemente abatido por la bota impostora y los
prevaricadores de siempre.

En estas circunstancias, un pequeño núcleo de
jóvenes profesional es y estudiantes en las más
precarias condiciones materiales,
constituimos el Frente
Nacional de Juventudes Democráticas para enfrentarnos
a la opulencia del dinero y a la prepotencia del poder. Nuestro
espíritu estaba fortalecido en la convicción de
nuestra rebeldía al estado de cosas predominante en el
país, por obra y gracia de la oligarquía, a la que
acabábamos de conocer de cerca y debíamos
enfrentarla cara a cara. Allí estaba, majestuosamente
monstruosa, o reposando la digestión de su poder y su
riqueza. Nunca como entonces, la oligarquía había
alcanzado la plenitud de su poder institucionalizado en un
solapado equilibrio de terror en medio de su desmesurada
voracidad.

Etimológicamente, oligarquía es el gobierno de
unos cuantos, es decir, el poder en manos de unos pocos
individuos que tienen facultad por la fuerza para ejercer un
estado de dominación sobre los demás. Es tan
antigua como la historia y tiene vigencia desde época
inmemorial en que se organizó el clan o la tribu. Es la
mala hierba de las sociedades de cualquier sistema
político-social existente y puede darse en todo tipo
de organizaciones e
instituciones como una expresión de poder y mando.

Pero concretándonos a la evolución de la oligarquía
perdurable en nuestro país como una institución de
paterfamilia, heredera de los encomenderos españoles
liquidados en la Independencia,
quedó como un pequeño grupo de
hombres ensimismados, con todos los poderes para actuar por
encima de las leyes y con suficiente capacidad para justificar y
legalizar su poder que reposaba en su riqueza.

La oligarquía, y no necesariamente la plutocracia que
es la clase rica de un país o el gobierno de los ricos,
pudieron ser dos entes distintas, pero siempre fueron un solo
poder verdadero de dominación arbitraria, cuya
composición heterogénea de competidores o asociados
conformó un grupo minoritario de mando y opresión
de las masas resignadas y políticamente
desorganizadas.

La oligarquía civil tuvo que contar casi siempre con la
fuerza de las armas para hacer del Estado un instrumento de
orden, mediante la represión y limitación de las
emociones
populares. Los regímenes políticos eran simples
fachadas de seudo-democracias detrás de los cuales
maniobraba y mandaba cínicamente esa oligarquía
impreparada pero, con astucia, flexibilidad e imaginación
políticas; para lo cual tenía que contar con esos
'personajes de mando intermedio que han sido siempre las piezas
importantes en el tinglado de su esquema provincial: el
patrón, el gamonal y el cacique político, que
dieron sabor gansteril a nuestro folklore
episódico.

El patrón era el personaje que nunca trabajaba, que
alquilaba hombres que piensen y actúen por él,
ejerciendo poder sobre las autoridades y disponiendo de la fuerza
pública para resguardar sus intereses. El gamonal al igual
que el patrón era explotador y "protector", dueño
de grandes latifundios improductivos que le producían una
renta para vivir bien y sobre todo con rango social, sin
importarle ni el presente ni el futuro de sus tierras, retardando
el progreso y la explotación inhumana de sus siervos. El
cacique político era quien nombraba, revocaba o desplazaba
a los funcionarios; decidió a su antojo e interés
las obras públicas que constituían elementos de
beneficio para sus parientes y amigos incondicionales.

La unidad básica de la oligarquía tradicional
peruana fue la vieja Sociedad Agraria, integrada por un contado
número de tamil las, cuya descomposición
empezó en la década del cincuenta con los
rendimientos declinantes de su renta. Su poder se
menoscabó en la región andina por la rápida
migración y alarmante evacuación
poblacional de los departamentos de la Sierra, como signo
precursor de su catástrofe incontenible.

Los latifundios improductivos y arcaicos de la Sierra
contrastaban con los latifundios de la Costa, donde ya
existía agricultura
eficaz y bien dirigida, con buenos rendimientos en azúcar
y algodón
que constituyeron la agricultura de exportación dentro de una economía monetaria, con mano de obra
asalariada, con sindicatos y
huelgas, con técnicas
mecanizadas y de abonos, constituyendo el azúcar y el
algodón el 30% de la exportación peruana y el 15%
del producto
nacional bruto que juntamente con la minería
constituyeron en esa década cerca del 40% de la
exportación nacional. La agricultura costeña la
formaban capitales mixtos mientras en la minería dominaban
las inversiones
extranjeras.

Frente a estos hechos la oligarquía empezó a
comprender que lo unidad básica de la sociedad industrial
moderna es la
organización; y contrata gerentes para administrar sus
capitales anónimos, que formaban imperios polimorfos
siempre al acecho y especulando en la política de las
inversiones y en la estrategia de las
participaciones. Trafican con su nacionalidad
actuando como testaferros del imperialismo; intervienen en la
Banca y en la
especulación inmobiliaria; en la importación de maquinarias y bienes de
consumo semidurables como automóviles y equipos
eléctricos domésticos.

Más adelante aparecen en la escena nuevos personajes
que los representan y que no son otros que sus hijos, hermanos y
parientes mejor entrenados y preparados para presidir bancos,
compañías de seguros,
compañías de petróleo, compañías de
cemento,
compañías de minas, compañías de luz,
compañías inmobiliarias, compañías
agrícolas, etc., etc., con muy limitados accionistas, casi
siempre los mismos y que más parecen federaciones
familiares, lo que limita y anula las operaciones de
bolsa. Estos zares criollos son ministros, participan en la
política, son alcaldes y honorables funcionarios de
organismos de asesoramiento, dirigentes de asociaciones gremiales
de la producción, etc., y alquilan técnicos,
juristas, políticos, intelectuales
y también matones; convierten a la Banca en el tribunal
supremo de los industriales y comerciantes, ejerciendo el
banquero arbitraje sobre
los pequeños y medianos negocios,
moviliza el ahorro de los
pobres y lo utiliza en sus inversiones principalmente
Inmobiliarias, ahoga o levanta los negocios; corrompe a la clase
media y no corre, mayores riesgos,
actúa como intermediaria para reducir, agrupar, componer
consorcios y recoger beneficios con el esfuerzo de otros.

La oligarquía ha sido considerada en el Perú
como un núcleo entrelazado de familias que fiscalizan la
riqueza y ejercitan su poder a través de los
políticos y la clase profesional ilustrada, que han sido
sus mayores cómplices.

Francois Bourricaud en su libro Poder y
Sociedad en el Perú Contemporáneo, apunta: …
"qué importa entonces que los presidentes sean soldados de
sangre mezclada, que los parlamentarios sean en su mayor parte
cholos provincianos, a los que la sociedad de Lima trata con
desdén? lo que cuenta es su docilidad en manos de la
oligarquía". Son clases de diferente origen, viven
separadamente pero comen y disfrutan ¡untos de los
beneficios del poder; más adelante Bourricaud sigue
diciendo: …"el cholo porque tiene miedo de su propia
agresividad, desea la violencia sin exponerse y actúa por
impulsos radicales y a! mismo tiempo preocupación
conservadora. El criollo con su gracia, vivacidad y astucia
innatas, es de acentuada sensualidad, insulta, se esconde y luego
se acomoda".

En este esquema que puede ser precario e imperfecto, hay una
realidad inimpugnable, y es, que la oligarquía está
en todas las aguas, regada y extendida pero, sin mezclarse y
siempre a flote y a flor de agua. Hoy podrá decirse que la
vieja oligarquía ha sido liquidada definitivamente, pero
no se puede negar que desde hace dos décadas ha ido
penetrando a través de los vasos comunicantes de las
inversiones anónimas en todos los sectores de la
economía, al mismo tiempo que sentaba plaza en los cuerpos
directivos de las asociaciones comerciales, industriales,
profesionales y técnicas, en las personas de sus asesores
y gerentes.

En esta forma la antigua oligarquía, caduca y
cavernaria de la Sociedad Nacional Agraria y del Club Nacional,
fue evolucionando y transformándose en nuevos esperpentos
disfrazados ante los ojos de las clases populares.

La oligarquía ha sido siempre intocable en su esencia,
porque ha sabido deslizarse clandestinamente sobre las corrientes
subterráneas del poder, aflorando ocasionalmente para
azuzar la fragua demagógica de alguna dictadura.

Es Inútil seguir disparando denuncias contra ciertos
personajes de la vetusta oligarquía, ellos son ya
solamente simbólicas armaduras de otros tiempos. La nueva
oligarquía, retocada y modernizada, se ha dispersado en
todos los campos de la vida nacional, hábilmente
infiltrada en las centrales de los organismos públicos y
privados para forjar nuevas estructuras
hegemónicas. Donde el poder se encuentre concentrado en
manos de unos cuantos, allí" habrá una
oligarquía.

Los nuevos
Partidos

A partir de 1955, nuevas agrupaciones políticas que
representaban nuevas corrientes doctrinales, aparecieron en el
horizonte latinoamericano, frente a gobiernos dictatoriales que
pisoteaban la libertad agudizando los problemas
sociales en la mitad de un siglo cargado de inquietudes.

Las oligarquías atrincheradas detrás de estos
gobiernos militares, en más de media docena de nuestros
países, usufructuaban del poder fortaleciendo sus
posiciones de explotación abusiva. La dorada plutocracia
latinoamericana mantenía bien asalariados a estos
sátrapas de la desvergüenza, mientras las masas
populares sucumbían en sus aspiraciones de justicia
social. La justicia social era ya una frase envejecida y gastada
por los movimientos izquierdistas que durante treinta años
sacudieron en sus banderas reivindicacionistas. Pero la lucha
pareció haber terminado ya para esos partidos
demoliberales que capitulaban ante Odría, Rojas Pinilla,
Pérez Jiménez y otros, pretendiendo ensayar un
nuevo método
convivencial que les permitiera compartir del poder embriagador y
lleno de privilegios, que acariciaron infatigables en sus
sueños de grandeza.

En nuestro país el gobierno de Odría llegaba al
último año de su vergonzante ochenio al servicio
exclusivo de la clase adinerada que había multiplicado sus
fortunas en negocios nunca antes más favorables para los
mineros, exportadores de algodón y azúcar,
banqueros, financiadores inmobiliarios y un numeroso grupo de
administradores y profesionales que participaron del
festín.

En Lima y otras ciudades importantes, los gastos
públicos mantenían un buen ritmo proporcionando
empleo a la
mano de obra no calificada mientras la masa campesina segura
hundida en el desamparo de su tragedia. La miseria de las
mayorías analfabetas se agudizaba por la avaricia de la
oligarquía, mientras e4 sable al servicio del dinero
aplastaba todo intento de oposición; la cárcel o el
exilio era la respuesta para quienes levantaban su voz,
después de todo, era lo tradicional en un país que
siete años antes habrá naufragado en un nuevo
intento democrático.

La composición de ese gobierno, ejecutivo y
legislativo, fue el fruto de la más corrupta
combinación electorera que la ciudadanía tuvo que legalizar empujada por
la fuerza en el proceso electoral de 1950. La decisión fue
tomada por un pequeño grupo de oligarcas y la farsa
fe»e consumada por un pequeño grupo de serviles.

Pero los despropósitos y las ambiciones .desmedidas
resquebrajaron a la monolítica oligarquía,
ocasionándose un derroche entre el dinero y el sable. El
director de un diario fue encarcelado por atreverse a criticar la
política
monetaria, cuya facción es marginada de las decisiones
del gobierno, la misma que sale a las calles a pedir libertad
izando las banderas del "hombre común y corriente" bajo
una nueva etiqueta política: La Coalición Nacional,
que no pasa de ser un ridículo sainete montado al aire
libre.

Pero al margen de esta episódica comedia, se organizan
dos partidos políticos de verdadera contextura
doctrinaria: La Democracia
Cristiana y el Social Progresista, que presentan nueva
fisonomía frente al Apra, al Partido Comunista Peruano y
otros grupos marxistas,
que se mantuvieron estacionarios y casi sin ningún
progreso. Otros movimientos derechistas, coetáneos del
Apra, como la Unión Revolucionaría, agonizaban
lentamente en un proceso de liquidación que ya duraba
más de veinte años, pero en general todos ellos,
con excepción del Apra, se limitaban a simples expresiones
episódicas carentes de todo rigor ideológico.

El único partido con expresión teórica y
vestidura ideológica, aunque manteniendo una
posición gelatinosa, era el Apra, que se funda en 1924 en
México,
como movimiento latinoamericano, bajó la égida de
un joven luchador social: Víctor Raúl Haya de la
Torre, como Alianza Popular Revolucionaria Americana. No se puede
negarla calidad intelectual y trayectoria con huella precursora a
Víctor Raúl Haya de la Torre dentro de los
movimientos políticos de Latino América. Deportado
por Leguía en 1919, funda su partido en 1924, viaja a la
Unión Soviética, estudia en Oxford y Alemania,
asiste en 1927 a Bruselas para participar en un congreso
organizado por la Internacional Comunista y en 1928 sostiene: "la
doctrina del Apra significo dentro del Marxismo una
confrontación de la realidad indoamericana… aceptamos
marxistamente la división y lucha de clases… al ir me
sitúo para decir que nuestro partido es marxista y que
siendo marxista su posición doctrinaria responde a nuestra
realidad". Sustenta una tesis de
intransigente antimperialismo, pero posteriormente sostiene que
el capital extranjero es imprescindible para el desarrollo de
Latino América, lo que se constituye en la principal
divergencia con José Carlos Mariátegui.

Mis adelante niega el marxismo y abraza el relativismo: "el
falso concepto de las
verdades intocables y los principios eternos" -Espacio Tiempo
Histórico-, que para la iletrada mayoría, no
constituye sino una metafísica
gaseosa y una doctrina nebulosa.

En 1931 funda el partido Aprista Peruano y postula su
candidatura presidencial frente a Sánchez Cerro,
oportunidad que le permite organizar su partido en el
Perú, bajo el lema: Sólo el Aprismo Salvará
al Perú. Las elecciones las ganó Sánchez
Cerro en proceso muy disputado. Haya había recibido
principalmente el apoyo de los trabajadores de las haciendas
azucareras del Norte y Sánchez Cerro había contado
con el apoyo de la Capital y algunas importantes poblaciones.
Pero los apristas logran una mayoría importante en la
Asamblea Constituyente y decretan su guerra sagrada a
través de una cerrada oposición al gobierno electo,
lo que determina el inconstituyente desaforo y expulsión
de los apristas constituyentes y el apresamiento de Haya de la
Torre en Lima, quien desde la cárcel imparte la consigna:
Apristas a Luchar.

En Julio de 1932 estalla en Trujillo la insurrección
aprista donde son victimados muchos oficiales en su propio
cuartel, y centenares de apristas son fusilados en el
paredón de Chan Chán. Aquí se inicia el
camino aprista salpicado de sangre; Sánchez Cerro es
asesinado en un segundo atentado en 1933; el director de El
Comercio don
José Antonio Miró Quesada cae asesinado junto con
su esposa en 1935. Todos estos crímenes son imputados al
Apra y desataron persecuciones y deportaciones.

Los apristas puestos fuera de la ley, en las catacumbas y la
clandestinidad, tejen leyendas de
martirologio creando una mística que fortalece su
movimiento, desde entonces, salvo un breve período en
1934, viven proscritos durante los gobiernos de Benavides y Prado
hasta 1945 en que recuperan sus derechos civiles y tienen
determinante participación en el proceso electoral de ese
año como integrantes del Frente Democrático
Nacional, que elige presidente al ilustre jurista doctor
José Luis Bustamante y Rivero, a quien pretendieron
derrocar mediante un levantamiento civil-militar el 3 de Octubre
de

1948 en el Callao.

El PAP, participó directamente en el Gobierno de
Bustamante con ministros y una mayoría parlamentaria en
las cámaras legislativas, además de ocupar las
más altas funciones en
la
administración y detentar la mayoría de las
comunas en las llamadas Juntas Transitorias.

Antes de los dos años de gobierno se produce una
descomposición en el Frente Democrático Nacional;
un nuevo asesinato se inculpa al PAP, el de don Francisco Grana
Garland.., director de La Prensa, diario
que procesó la más abierta oposición al Apra
entre 1945y 1948. El diputado .Tello Saldavarria es el principal
acusado. El PAP se vuelve contra Bustamante y su intolerancia
precipita el caos parlamentario que trajo como secuela el golpe
militar de Odría el 27 de Octubre de 1948. Pero, frente al
viraje ideológico /práctico del aprismo en que
niegan el marxismo y abandonan la izquierda para incurrir en
perturbaciones y prácticas de genuflexión ante el
imperialismo y endosamiento de su fuerza electoral a la
oligarquía; incólume permanece el pensamiento de
Mariátegui que sigue siendo la antorcha inspirativa de las
nuevas organizaciones políticas.

Mariátegui interpretó la realidad peruana a base
de la evolución económica, el problema del indio,
el problema de la tierra, el problema de la instrucción
pública, la oposición al centralismo.
Sustentó que la revolución
es ante todo emoción; que el revolucionario debe asumir el
riesgo; que la revolución no es finalidad calculada y que
no es el frío balance de intereses lo que mueve el alma
revolucionaria. Al respecto nos dice.. ."la fuerza de los
revolucionarios no está en su ciencia:
está en su fe, en su pasión, en su voluntad, en su
fuerza mística, espiritual".

La
Revolución de Belaunde

"la fuerza de los revolucionarios no está en su
ciencia: está en su fe, en su pasión, en su
voluntad, en su fuerza mística, espiritual" – José
Carlos Mariátegui.

El gobierno de Fernando Belaunde Terry inicia una
revolución decisiva en la historia del Perú. Genera
un proceso irreversible que ya no puede ser contenido y que
encauza toda la política actual del Perú.

La revolución iniciada por Belaunde puede definirse
como la realización de todo lo necesario para que el poder
pase de una pequeña minoría dominante a las grandes
mayorías nacionales.

Debido a que este proceso comenzó a realizarse de
manera democrática en que la libertad de opinión y
de acción de todos los grupos políticos se
ejercitó de manera prácticamente ilimitada, su
desarrollo fue complejo y accidentado.

La crítica política, las maniobras de la
oligarquía (pequeño grupo tradicionalmente
dominante en el Perú), las presiones de grupos y potencias
extranjeras, y otros factores sutiles, como la dificultad de ver
el proceso como totalidad, desdibujan la verdadera realidad. Si
la observación es parcial, si se dirige a
ciertos aspectos dejando de lado otros, se puede tener la
impresión de que los grupos plutocráticos
adquirieron mayor fuerza que antes, o que la agresión de
los grupos de poder extranjeros tuvieron éxito.
Pero si se observa el proceso en su totalidad y se sabe
distinguir lo esencial de lo adjetivo, no sólo se tiene
que aceptar que Belaunde puso la revolución en marcha sino
que fue capaz de avanzar de manera espectacular.

El dominio del grupo oligárquico que tradicional mente
mandó en el Perú, se manifestó a
través de los siguientes mecanismos:

1. Control
Financiero

2. Control Agrario

3. Control del Mecanismo Administrativo

4. Reducción del Poder del Estado al mínimo y
concepto peyorativo del mismo.

5. Reducción de las grandes mayorías al abandono
y a la imposibilidad de intervenir en la vida nacional.

6. Convivencia con grupos de poder extranjeros para mantener
la situación de privilegio.

Es evidente que mientras estas condiciones no se cambiaran era
imposible transformar la estructura del
poder en el Perú. Desde tiempos inmemoriales estos seis
mecanismos se habían mantenido inconmovibles. Todos los
individuos o los grupos políticos que se habían
atrevido a desafiarlos habían sido fácilmente
aplastados por la maquinaria oligárquica. El sólo
hecho de plantear la necesidad de destruir ese mecanismo, era
óbice para que la oligarquía desatase una
implacable campaña
publicitaria colocando a quienes se le oponían en la
condición de extremistas peligrosos. Fernando Belaunde fue
el único político que, dentro de la más
limpia democracia, logró iniciar la ruptura del mecanismo.
Lo hizo con tal eficacia y vigor que la disolución por
él empezada ha seguido un ritmo cada vez más
acelerado. Ya nada ni nadie podrá impedir que los
mecanismos oligárquicos sean definitivamente liquidados.
El signo de la historia del Perú ha sido cambiado por
Belaunde, cuyo proceso analizaremos en I meas generales:

1. La lucha por el control financiero. –

Hasta antes de Belaunde la oligarquía dominaba de
manara total el sistema bancario. El sistema
financiero de la Nación estaba en manos de la Banca
privada. El dominio era tan total que hasta la cobranza de los
impuestos
estaba en manos particulares. La banca cobraba por cuenta del
Estado, y luego, por manejar ese dinero, cobraba intereses. El
Banco Central
de Reserva, nervio /cerebro de las
finanzas
nacionales, estaba totalmente dominado por elementos de la Banca
privada.

Apenas llegado al poder Fernando Belaunde nacionalizó
la Caja de Depósitos y Consignaciones, poniendo en manos del Estado la
cobranza de sus impuestos. Y luego crea el Banco de la
Nación, gracias a lo cual, hoy día, el Estado
maneja sus propios fondos. Hizo lo que pareció imposible,
lo que ningún partido se atrevió a hacer cuando
estuvo en el poder teniendo mayoría en el Parlamento.
Atacó el reducto fundamental de la oligarquía, el
principal mecanismo para dominar la administración del Estado y aprovecharla en
su favor.

Pero, además, después de larga y difícil
lucha logró que él Estado pudiera controlar el
Banco Central de Reserva. Hoy día, gracias a Belaunde el
Estado controla sus propias finanzas. Es cierto que en algunos
aspectos, al principio, el control no fue tan absoluto como
debió ser. Pero se trataba de cuestiones de detalle que se
pudieron superar con pequeños reajustes. El hecho es que,
en lo esencial, el control fue adquirido y que todo reajuste
posterior se hizo sobre el fundamento inamovible que supo forjar
el régimen de Belaunde.

Pero además de estas reformas administrativas el
régimen de Belaunde fue el primero que tuvo la
decisión y el coraje de cambiarla estructura misma que
permitía a la oligarquía evadir los impuestos y
controlarla vida económica del país. Mediante
reformas radicales en los impuestos y la dación de un
Código Tributario logró poner el núcleo de
la carga Tributaria sobre los más poderosos. Y, mediante
la transformación de las acciones al
portador en acciones nominativas, se logró que el
país conozca la verdadera distribución del capital
privado, haciendo imposible, en el futuro, la evasión de
impuestos.

2. La Reforma
Agraria. –

Hasta antes de Belaunde hablar de reforma agraria era ser
tildado de bolchevique y exponerse a los ataques arteros y viles
calumnias del poder oligárquico. Pero hoy día,
después de que la Reforma Agraria fue puesta en marcha por
el Presidente Belaunde en su fase inicial y desde una oficina
dependiente de la propia Presidencia de la República, todo
el mundo habla normalmente de su conveniencia y desarrollo. Es
cierto que la mayoría parlamentaria restó una
apreciable parte de los efectos de la Reforma, cambiando la Ley
para proteger los intereses agrarios de la oligarquía.
Pero el Ejecutivo envió una enmienda en la que se ve
claramente la insistencia de su posición revolucionaria,
Dígase lo que se diga, el iniciador de la
revolución agraria en el Perú es Fernando Belaunde
Terry y todos los gobiernos que vengan, de tacto o de jure,
tendrán que seguir por el camino que él ha
señalado. Hoy día el viejo grupo dominante no puede
ya imponer condiciones al Gobierno especulando con la venta de sus
productos. El agro ya es de propiedad de quienes lo trabajan.

El sistema nacional de planificación entre 1964, 1965 merecieron
las mas amplia aprobación del Ciap que recomendó la
totalidad de la financiación prevista , tenemos que el
primer gobierno comienza a funcionar , el Sistema Nacional de
planificación del Desarrollo
Económico y Social en el primer gobierno de Belaunde
formulo un plan trazado para
1967- 1970,anticipándose a los hechos para 8 regiones
dentro de la política descentra lista del gobierno tanto
en su primer gobierno como en su segundo gobierno cumpliendo el
lema ¨los últimos seran los primeros ¨ ambos
gobiernos pusieron en marcha con la política de
construcción de de vías de comunicación , para dejar de que sigan en
el ostracismo del aislamiento vial

Belaunde da inicio de manera indiscutible con la
ley de reforma agraria 15037 el 21 de mayo de 1964, el gobierno
democrático de Belaunde ha proseguido con decisión
, el proceso de transformación de la estructura agraria
del país dentro del cauce democrático y pacifico
establecido por la ley

Los lineamientos de la reforma agraria se dan en
3 aspectos importantes y trascendentes que son los sgtes

Primero. Mediante las zonas de reforma
agraria

Segundo: mediante la aplicación en
escala
nacional del titulo XV que ordena que todos los feudatarios del
país sean convertidos en propietarios de las tierras que
ocupan y trabajan directamente hasta el limite de 15
hectáreas en la costa y de 30 hectáreas en la
sierra y selva

Tercero: mediante acciones locales de reforma
agraria en aplicación del articulo 52 de la ley que
autoriza la afectación parcial o total de un predio rural
aun cuando no este comprendido en una zona de reforma agraria y
siempre que las condiciones sociales de su explotación asi
lo hubieran merecido fueron declarados como zonas de reforma
agraria los departamentos de Pasco , Junin

Puno y los valles de la convención en el
Cuzco .Asi nos damos cuenta que la reforma agraria en el
Perú se desarrolla de una manera ordenada beneficiando
como se ve a los mas pobres tanto asi que en el primer gobierno
de Belaunde . se creo de acuerdo a ley un fondo destinado a
créditos de promoción y reforma agraria para
beneficiarios de reforma agraria dicho fondo conto para su
constitución con un crédito de
alianza para el progreso hasta por dieciocho millones de soles
los cuales en gran proporción ya han sido utilizados . el
complejo mecanismo de esa concesión , de esos
créditos estuvo en funcionamiento dentro de una estructura
que comprende el fondo nacional de fideicomiso,
que es el que señala la política crediticia , con
sus consejos regionales y locales de crédito y juntas
rurales compuestas por campesinos que participaron en organismos
de reforma (onpa y sipa)

3. La Reforma del Sistema Administrativo.-

Uno de los puntos que más se critican al régimen
de Belaunde es que no "logró poner la administración
pública a la altura de los tiempos. Pero quienes
así hablan ignoran dos cosas: Primero, que la mayor
dificultad para el desarrollo de un país subdesarrollado
estriba, precisamente en la administración pública; segundo, que
a pesar de estas dificultades Belaunde transformó la
administración pública más que nadie. Antes
de Belaunde la mayoría de los presupuestos
no estaban mecanizados. Hoy día casi todos se hacen con el
empleo de computadoras.
Antes no existía un presupuesto
funcional, en que las diversas actividades administrativas se
determinan por medio de pliegos analíticos. Hoy día
se trata de hechos comunes y corrientes, pero no debemos olvidar
que fue en el gobierno de Belaunde que se empezaron.

Antes de Belaunde la administración era insuficiente,
careció de toda posibilidad de eficacia. Durante la
administración de Belaunde se crearon una serie de
secciones y dependencias de acuerdo con los más
elementales principios de eficacia. Un ejemplo bastará: la
creación de las Direcciones Regionales de Salud, de
Trabajo, de Educación y otras. No hay nadie que pueda
criticar este incremento de mecanismos-regionales administrativos
que permitió dar mayor flexibilidad y eficacia al sistema
de la administración nacional. En general, la
administración ha seguido un proceso de descentralización que es, precisamente, el
indicado por todos los técnicos del desarrollo.

4. Incremento del Poder del Estado. –

La oligarquía se esforzó siempre, con
insistencia rayana en la manía, en hacer creerá la
ciudadanía que el Estado es un pésimo administrador,
que debe .renunciar a todos sus fueros en la vida
económica del país, que debe dejar todas las
iniciativas y promociones en manos privadas. En esta forma, era
posible controlar la vida económica del país,
imponiendo condiciones al mismo Estado que estaba desarmado
frente a cualquier maniobra de especulación y control.

Con Belaunde se inicia una nueva era. El Estado se transforma
en gran promotor y en orientador de la vida económica del
país. Su régimen da gran impulso ala
planificación, no olvidemos que es el primer gobierno en
lo historia de la república que inicia sus actividades
ajustando toda su labor en la planificación. El Estado por
vez primera, impone cauces a la acción económica,
conserva la libertad de iniciativa, pero orientando, a
través de incentivos y de
tributaciones, la acción privada hacia las metas de
desarrollo. La mayor parte de los ministerios
impusieron a sus actividades una acción planificada. La
elaboración de las metas fue hecha con tal
precisión y tan bien fundada que en la actualidad, este
gobierno se ha visto obligado a seguirlas.

Belaunde ha impuesto
así condiciones históricas que tienen que ser
cumplidas. Al imprimir un ritmo planificador a nuestra
economía supo poner una cortapiza insalvable al poder
oligárquico. Desde entonces, los grupos de poder
económico no pudieron ya orientar o la economía
nacional según su capricho y voluntad, porque hubieran
tenido que oponerse a las metas determinadas por la
planificación, lo que fue y sigue siendo
políticamente imposible.

5. Las grandes mayorías se transforman en protagonistas
de la Historia Nacional.-

Pero tal vez lo más revolucionario de toda la obra de
Belaunde, tal vez la transformación que permite tener la
seguridad de que todas las demás habrán de
mantenerse, es la irrupción de las grandes mayorías
a la participación política y
económica en la vida nacional. La condición
esencial de todo poder oligárquico es la separación
de las grandes mayorías del mecanismo del poder. Apenas el
obrero o el campesino comienzan a intervenir, de cualquier manera
que sea, la oligarquía comienza a perder el control,
porque el pueblo tiene una inmensa fuerza inercia. Una vez que
comienza a participar, no hay fuerza ya, capaz de detenerla. Y
esto es lo que ha sucedido en el gobierno de Fernando Belaunde
Terry.

Por primera vez en la historia del Perú, un Presidente,
se inspiró en las tradiciones y la historia de las grandes
mayorías, Por primera vez se reconoció la
importancia, la dignidad, la fuerza, de aquellos elementos que
habrán sido tradicionalmente despreciados. Para afirmarse
este reconocimiento se creó el famoso sistema de
Cooperación Popular, único en el mundo, imitado por
numerosos países (Chile y Argelia entre otros). De esta
manera, el pueblo, la gran mayoría nacional,
comenzó a participar en el gran proceso de la
forjación de un nuevo Perú. Los campesinos
adquirieron así conciencia de su importancia y de su
fuerza. Se transformaron en protagonistas de la historia y por
primera vez se abrieron las puertas de la auténtica
participación del pueblo.

Pero además de este hecho fundamental, el gobierno de
Belaunde Inició una serie de reformas sociales profundas.
Entre ellas la creación del seguro familiar y
la del seguro campesino, que en regímenes anteriores no se
imaginaba siquiera que fueran posibles.

Con su política de acción para desarrollar y
librar de su aislamiento a los pequeños pueblos, con la
creación de las Reuniones Departamentales en que los
elementos más humildes de los villorrios tenía la
oportunidad de expresar ante el Presidente el anhelo de sus
comunidades, con el Código de Trabajo, con su presencia y
acción permanente en todo el territorio nacional, Belaunde
produce una verdadera explosión popular, un comienzo de
participación en la vida nacional y en el poder
político sin precedentes. Por estos antecedentes
históricos, el pueblo peruano está ahora en
condiciones óptimas para exigir sus derechos y para
intervenir de manera cada vez más eficaz en la vida del
país.

6. Enfrentamiento al Poder Extranjero.-

Hasta antes de Belaunde los grupos de poder extranjeros
imponían condiciones que nadie se atrevía a
enfrentar. Con Belaunde la situación cambia radicalmente.
Gracias a su indomable energía nacionalista se logra crear
y poner en funcionamiento la refinería de petróleo
de La Pampilla. La International Petroleum Company se
había opuesto a la creación estatal de una
refinería. En los anteriores regímenes de
Odría y Prado, le había bastado con dar
órdenes y todo intento se habría paralizado. Pero
con Belaunde se crea lo que más temía la
International, una fuente de independencia del Estado Peruano
frente a la presión
extranjera.

La situación era parecida en los transportes y en la
minería. Todos los países de América Latina
tenían reserva de fletes en favor de sus respectivas
flotas mercantes. Pero el Perú no las tenía. Las
empresas
extranjeras, imponían condiciones al Gobierno. Con
Belaunde se impuso una política nacionalista y, gracias a
su nueva reserva de fletes, el Perú comenzó a
organizar una poderosa flota mercante, incorporando 18 nuevas
unidades navieras interoceánicas mandadas construir
durante el Gobierno de Belaunde en astilleros europeos.

Asimismo, las grandes compañías mineras
tenían concesiones que jamás trabajaban y que
mantenían inactivas pensando en servirse de ellas cuando
lo consideraran conveniente. Pero el régimen de Belaunde
elevó el canon minero, obligando así, a dichas
.empresas a trabajar sus concesiones o a devolverlas al

Estado. Y de igual manera se procedió en defensa de la
Banca Nacional. La Banca extranjera inició entonces una
ofensiva gigante para apoderarse de la Banca Nacional. La
administración de Belaunde dictó medidas eficaces
para hacer imposible este intento. Las medidas expuestas bastan
para hacer ver cómo, durante el Gobierno de Fernando
Belaunde Terry, el Perú, empezó su
liberación de una dependencia humillante ante el poder
extranjero, tomando medidas simples y eficaces que
regímenes anteriores jamás se atrevieron a
adoptar.

Al haber roto el mecanismo de control oligárquico y al
haberse enfrentado al mecanismo de control extranjero Belaunde
inicia la revolución peruana. Genera un proceso
irreversible que no puede ser paralizado por ninguna fuerza y
despliega el horizonte de la gran transformación nacional
que habrá de culminar en la creación de una
sociedad verdaderamente justa para todos los peruanos.

Después de todo, es bueno dejar constancia, Belaunde,
presidió un régimen democrático
auténtico que la historia recordará como el del
apogeo de la libertad de
expresión, con reglas de juego totalmente diferentes a
las de un gobierno omnímodo y, más todavía,
frente a un parlamento adverso y una mayoría necia y
ensimismada que estuvo al servicio de los grupos de poder
económico. Tal vez si todas las circunstancias inicitivas
ameriten su labor presidencial.

Colonización vial

El ideario político de
Belaúnde

Está plenamente demostrada la necesidad impostergable
de ampliar la extensión de las áreas laborales en
el Perú con la finalidad de equilibrar la relación
hombre-tierra, asegurando el abastecimiento fundamental, lo que
resolvería, por añadidura, el problema cambiario,
las vías de comunicación desde las épocas de
los primigenios imperios siempre fueron lo que llevaron a hacer
potencias de vanguardia y equilibraron la economía con la
mano de obra, con los medios de producción Belaunde tuvo
la visión creadora de interconexión de vías
en un Perú atrasado después de Leguia con la
panamericana no hubo otro presidente que propugnara unir la zona
mas importante y de bastos recursos como la selva uniendo a miles
de comunidades a la modernización .

Partes: 1, 2, 3, 4
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